Cuando llegue la calma,
cantaré bajito como las cigarras
esa música profunda que nunca callan.
Debía volveré a mi nido
donde la soledad me aguarda,
en un mar sin océano
y un capitán sin su barca.
En un reino que no hay trono
en un cielo sin espada,
donde todo es inventado
donde la calma me aguarda.
Maria José Robledo
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